26 mayo 2007

Poesía Star Wars

Celebra los 30 años de La guerra de las galaxias con «Que la Fuerza te acompañe May the Force be with you» de la Editorial El Gaviero. Este genial libro reune una serie de poemas inspirados en la saga galáctica más famosa de la historia del cine escritos por los siguientes autores: Harkaitz Cano, Lorenzo Oliván, Raúl Quinto, Elena Medel, Javier Rodríguez Marcos, Antonio Lucas, Rafael Espejo, Matías Miguel Clemente, Basho Bin-Ho, Lara Cantizani, Ana Gorría, Luis Alberto de Cuenca, Alejandra Vanessa, Vanesa Pérez-Sauquillo, Ana Merino, Eduardo García, Álvaro Salvador, Carlos Marzal, Rafael Ramírez Escoto, Juan Manuel Gil, Estíbaliz Espinosa.
Luis Alberto de Cuenca ha preferido prescindir de la prosa en el prólogo del libro y nos ofrecer, a modo de versos preliminares, un poema que escribió el 11 de julio de 2004 y que lleva por título el de la saga de Lucas, pero traducido al español.
LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
Hace ya tanto tiempo que no puedo acordarme,
pero sé que ocurrió. No sé dónde. En galaxias
improbables, difusas. Acaso en mi cerebro
tan sólo. No recuerdo ni el tiempo ni el lugar,
pero pasó. Las cosas importantes que pasan
parecen no pasar. Una chica venía
del país de la muerte a jugar en tu sueño
contigo: era tu novia, la que se fue de viaje
por el cielo, y volvía para no abandonarte
nunca más. Sonreía como una aparición
surgida de las páginas de una novela gótica
y, a la vez, como un hada de los hermanos Grimm.
Se hacía llamar Leia en nuestros juegos. Leia
Organa, para ser más precisos. Un nombre
que sonaba a romance galáctico, a balada
espacial, a cantar de gesta del futuro.
Un nombre que sabía a chicle americano
y a bolsa de patatas fritas en el descanso
de una doble sesión de cine, y a caricias
desmañadas, y a celos, y a promesas de amor.
Hace ya tanto tiempo que no puedo acordarme,
pero sé que ocurrió. Y sé que a la princesa
Leia irán dirigidas mis últimas palabras
cuando la luz se apague, y que repetiré
su nombre en mi agonía, como si ella tuviese
un nombre, antes de hundirme en la noche total.
© LUIS ALBERTO DE CUENCA