21 marzo 2008

Máscaras Sociales

Con motivo del lanzamiento del último libro de Pablo Nacach, Máscaras sociales (Editorial Debate), mantuvimos una interesante conversación con su autor. El libro indaga en el rumbo emprendido por las relaciones personales en la sociedad actual.

Javier Celaya (JC): ¿Cuál ha sido el objetivo de la reflexión que has hecho en el libro sobre el mundo de las apariencias, las máscaras sociales, la importancia de la imagen?

Pablo Nacach (PN): Mi intención fundamental, tal vez por cultura, tal vez por deformación profesional, ha sido incorporar el inconsciente en la realidad. Es algo que está muy poco elaborado –no sólo aquí en España, sino en todos lados-, una reflexión freudiana, nietszchiana, marxista sobre el estómago de la sociedad, no sobre la cabeza. Porque lo que respecta a la superficie gaseosa lo tenemos bastante claro, pero qué es lo que dicen las tripas es lo que más me ha interesado como motivación teórica. Y luego es un libro, como habrás visto, ambicioso, porque trata, no digo todos los temas, pero sí bastantes, pues toca sexo, amor, amistad, familia, objetos que me interesa mucho, pues el viaje como objeto, el móvil…

(JC): Siempre hemos vivido en un mundo de apariencias, pero tú opinas en tu libro que con la llegada de las nuevas tecnologías la situación es aún peor, que ese mundo de apariencias se ha magnificado…

(PN): Sí, creo que estamos en un momento histórico de lo peorcito… aunque echas la vista atrás y dices: ¿cuándo hubo un momento mejor? No es que quiera posar una mirada nostálgica sobre el pasado ni mucho menos, ni es que quiera volver al siglo XIX, pero yo creo que ahora nos han robado todas las armas, y es que antes había refugios si se quiere, era posible encontrarlos.

(JC): Dices en tu libro que antes controlabas los aspectos de tu vida personal y social y adornabas aquellos que tú querías, pero que hoy en día es ya una máscara de quita y pon. ¿Crees que antes se hacía igual? Por ejemplo, en la sociedad victoriana, en la de Franco, en el caso de Argentina supongo que será igual, qué ocurriría con las ideas políticas de la gente, su condición sexual, sus pensamientos,…

(PN): Al final del libro me pregunto si el capitalismo sigue siendo igual y ha cambiado simplemente alguna cuestión ideológica o no. Creo que esa es una pregunta muy difícil de contestar. Yo lo que creo es que es diferente. Intento observar la realidad y ver cuáles son los mecanismos de ahora y cuáles los de antes. Desde luego, en la sociedad victoriana –de hecho, cito a Focault cuando habla de eso-, o en la franquista, o en la Argentina de la dictadura, desde luego que existe la apariencia, pero ahora toma unos derroteros muy particulares en los que no hay ningún refugio de intimidad. Sin querer decir que antes sea mejor que ahora, eso desde luego que no. Lo que ocurre es que ahora es más difícil encontrar algún tipo de salida, más que de respuestas de nuevas preguntas, la sociedad del control ha llegado a un punto terriblemente asfixiante.

(JC): Con la irrupción de las redes sociales (Facebook, MySpace,…) la nueva generación se ha volcado desde el punto de vista de participación, pero lo más importante desde mi punto de vista es que no sólo participa sino que desvela un montón de claves sobre su vida personal: qué le gusta, sus aficiones, con quién sale,… Y antes, haciendo ese paralelismo que tú hacías, había muchas cosas que desde la familia se decía “de eso, que no se entere la vecina”, “los trapos sucios se lavan en casa”… ¿No crees que esta sociedad es mucho más transparente, más real?

(PN): Yo creo que no. Creo que hay una incitación desde los poderes a la participación pero que es una participación que no hace daño a los poderes. Podría decirse que es una doble moral. Por un lado incitan a la participación, tanto en las elecciones del 9 de marzo, en que pongas cosas en Facebook,… pero en este sentido creo que sigue siendo una sociedad focaultiana. Es como cuando Focault explicaba la diferencia entre ilegalismos y delincuencia. La delincuencia es un ilegalismo que no hace daño al poder, en cambio el ilegalismo sí puede hacerlo. Es como en el fútbol. Se junta la masa, hace catarsis colectiva, pero no está apoyando a los que están en huelga de transportes, no son participaciones políticas. A su vez, decir todo lo de uno es también una forma virtual de ponerse esas máscaras que yo digo, lo que pasa es que esa máscara de la transparencia es una transparencia simulada. Creo que esa participación a la que se incita es una participación muy controlada y sobre todo en ámbitos absolutamente fuera de lo político.

(JC): Venimos de un mundo de control absoluto, donde la publicidad y la información han estado siempre muy ligadas al poder. No creo, personalmente, esas utopías sobre que las nuevas redes vayan a liberar al mundo, pero hay fenómenos muy interesantes dentro de esos movimientos, como por ejemplo Wikipedia, donde un montón de gente, de manera altruista, colabora en su tiempo libre creando un bien de conocimiento, y desde el poder hay una enorme crítica sobre Wikipedia (su credibilidad, su supuesta falta de rigor,…). ¿Por qué crees que se critica tanto cuando, poco a poco, está intentando hacer algo positivo?

(PN): Porque yo creo que el héroe anónimo está dirigido. El héroe anónimo está espoleado a darse a conocer, y tiene que hacerlo exponiendo en Facebook, en Wikipedia, diciendo cómo es él mismo. Y esa fama, ese reconocimiento social, están muy dirigidos de una manera muy estricta por los poderes. Desde que Marx puso en el tapete teórico y práctico la ideología de clase dominante (es como si todos pudiéramos ser iguales), ésta existe y modela individuos, personas con diferentes mecanismos se trate de Edad Media, capitalismo de producción, de consumo, de ficción, gaseoso,… Esa ideología es el inconsciente de lo social al que yo quise hacer, con más o menos acierto, hincapié. No quiero tener una postura tan determinista, en este momento la clase dominada es un saco de patatas que está para atrás, no veo yo alternativas a los poderes establecidos que tengan cierta consistencia.

(JC): La clave en los análisis que yo hago es que por lo menos tenemos que conseguir una ciudadanía informada, que sepa que está manipulada o que está mal informada y que luego cada uno actúe bajo su criterio. Pero que esa ilusión de porque es gratis Google o porque participas en redes sociales o apadrinas un niño, al final los datos que tú estás volcando en esa red y la información que estás facilitando la están utilizando para vender unos servicios y crear un perfil sobre tus gustos, y las empresas lo van a utilizar para sus fines de control, por lo que esa supuesta participación en abierto conlleva consecuencias.

(PN): Es que hay que tener en cuenta que le pongamos el adjetivo que le pongamos sigue siendo capitalismo, y el capitalismo se basa en la explotación de unos pocos sobre unos muchos.

(JC): Pero hoy en día parece que si no estás conectado no eres.

(PN): Sí, es cierto, pero yo lo que intento hacer es un mapa de ideología dominante y esa ideología dominante es la que te dice: “Si no estás conectado no eres” y deja fuera a las tres cuartas partes de la población mundial, y nos olvidamos de que sólo unos pocos tenemos teléfonos móviles y que sólo unos pocos tenemos acceso a la Red. Hay que darse cuenta de que tres tercios de la población mundial no es que no tengan móvil, es que no tienen comida ni agua. Lo que digo es que esto es un mapa de la ideología dominante, y hacer ver que hay diferentes planos de la realidad. El simbólico es muy importante para mí.

(JC): Me ha parecido muy interesante en tu libro el tema de la diversificación de la identidad. Y al igual que la gente actúa de forma diferente si está en el salón de su casa o en el trabajo, también lo hace en diferentes redes sociales, no tiene el mismo perfil en Facebook, donde das tus opiniones personales, que por ejemplo en LinkedIN, que es una red social profesional. Me pregunto: ¿esa diversidad no va a hacer más difícil el control?

(PN): Es una buena pregunta, lo que pasa es que yo creo que esto ya está como la metáfora de Borges de que había un mapa tan exacto del imperio que coincidía exactamente con el tamaño del Imperio. Yo creo que esa diversidad de identidades es funcional a lo que los poderes establecidos necesitan.

(JC): Pero yo creo que la gente lo hace para esconder cosas, porque parto de la premisa de que es mucho más inteligente de lo que pensamos y sabe que en ciertos sitios no puede hablar de muchas cosas porque puede tener una repercusión negativa. Por ejemplo, una mujer que se queda embarazada no lo dice en su trabajo porque prevé que su jefe no la va a ascender o incluso puede que la eche, y entonces no lo hace hasta que le hagan fija y así el impacto sea menor. Y con el tema de las nuevas tecnologías, donde la gente, como hemos dicho, está participando de una manera masiva y vuelca un montón de cosas, yo me estoy dando cuenta de que la gente está siendo igual de inteligente, que no desvela tanto porque sabe que va a ser leído y puede tener el efecto contrario.

(PN): Creo que lo que has dicho invalida mis tesis… En cualquier caso, creo que ese bombardeo de información y publicidad y la forma en que nos llega construye una absoluta trivialización de la información. Por ejemplo, si un informativo no hace sino bombardearnos con noticias de muertes y asesinatos, el impacto que esto genera es trivializar la muerte, la muerte no existe.

(JC): Aunque yo creo que los medios de comunicación tradicionales (prensa escrita, radio, TV) están perdiendo su credibilidad, la sociedad se está dando cuenta de que hay mucha información que es publicidad, intereses ideológicos, etc., y la gente se está yendo a Internet a informar porque supuestamente encuentran otras fuentes, que pueden ser ciudadanos como ellos, y que les aportan otra información más o menos creíble, más o menos contrastada.

(PN): También hay una cosa importante: somos criaturas de nuestras creaciones, no sólo es el poderoso el que marca la línea, es el sistema que se ha generado. A veces, el sistema tiene sus propias leyes y su propia dinámica.

(JC): Leyendo el libro, tengo la sensación de que la sociedad está engañada y es una sociedad muy infeliz…

Lo que pasa es que la felicidad es una palabra compleja, como también la palabra infelicidad, o la palabra infantil en el sentido de pueril, de que los actos no tienen consecuencias, de que la vida es gratis. Ser adulto puede llegar a ser conectarse con uno mismo, con su propia soledad, y eso tiene un precio, pero nosotros no queremos pagar precio por nada. Existe esa característica en la superficie de la sociedad de que todo sea gratuito y nada nos afecte, pero el inconsciente es el que  decide, y, como dice Freud, “decide para daño del organismo entero”. Si quieres decir que esto es igual a infelicidad, entonces ahí estaríamos de acuerdo.

(JC): Venimos de un mundo donde nos hemos reprimido tanto que ahora la gente se está liberando y nos estamos yendo al otro extremo…

Yo creo que esta sociedad es tanto o más represiva que la anterior, no veo que la gente esté liberada. Tocarse, rozarse y no comprometerse no es liberarse. Yo entiendo por liberación comprometerse con uno, con su trabajo, con los demás, con la lucha política y social. Por eso, el compromiso y la responsabilidad, “casarse” con uno mismo, con los principios, con la lucidez ante la información y la crítica, no lo veo mucho, no lo hay.

(JC): El libro trata la infancia, la fantasía, las ilusiones que no llegan a desarrollarse. Supuestamente el periodo infantil es el más feliz…

Eso es lo que nos dice la sociedad. Mi visión de la infancia es que es el periodo de las sombras, donde realmente se forja la personalidad, y es el periodo de los miedos, los temores, del instinto sexual más difícilmente educable,… la infancia no es un lugar feliz, pero tiene esa construcción sobre la inocencia de Peter Pan de que sí es un lugar feliz. Por eso intento hablar de la potencia infantilizadora de la sociedad, hacer una distinción entre lo que puede ser la infancia a nivel inconsciente o en las sombras de lo que simbolizarían las golosinas que están ahí en el árbol para que siempre las cojas.

(JC): ¿Por qué siempre se habla en negativo de las nuevas tecnologías y de los cambios o aportaciones que pueden provocar en la sociedad?

La relación que tiene que haber entre la proximidad y la distancia en una relación personal es muy importante. Lo inmediato es infantil, esa es mi crítica. Lo inmediato impide un rodeo para un placer más adulto.

(JC): Afortunadamente, se escribe más que nunca y se lee más que nunca, gracias a esos millones de blogs. Por ejemplo, en Wikipedia, esos nueve millones de personas comparten su conocimiento y lo dejan en la Red de forma anónima. Y tú, estando en Wikipedia, te estás beneficiando de esa labor altruista de toda esa gente…

Hombre, yo me tengo que hacer famoso también, porque vivo en la sociedad, pero si por mí fuera me gustaría no estar en Internet, porque realmente no me gusta que me rastreen, me gustaría que no hubiera poderes donde a mí me pudieran encontrar. Pero vivo en la sociedad, y también quiero que el libro llegue a la máxima cantidad de lectores porque creo que aporto algo que puede ser interesante.

(JC): Por eso te digo que a las nuevas tecnologías rara vez se les reconoce su lado positivo, cuando son determinantes para dar visibilidad a un autor más o menos conocido con el fin de que se compre su libro o se lea en una biblioteca.

Pero también el formato es que uno tiene que ser comercial de sí mismo. Uno tiene que venderse, tiene que adaptarse, ponerse de una manera en Facebook, tiene que hacerse su máscara, su imagen.

(JC): Pero en la vida analógica, en la vida real -aunque Internet es para mí un reflejo de la realidad- tiene una imagen, y de la manera que vistes transmites parte de tu personalidad, y eso de hace a diario consciente e inconscientemente.

Conscientemente lo haces, pero esa forma consciente es la sociedad que nos habla desde adentro y nos empuja. Lo que ocurre es que cambien las fases y cambian las formas. Pero para coincidir contigo, es cierto que es imprevisible saber qué va a pasar con esa información y con la posibilidad que tiene uno de estar en Wikipedia. Porque la sociedad es mucho más de escribir que de hablar.   

(JC): Para terminar, ¿a qué te refieres diciendo que necesitamos ser aceptados?

Que necesitamos que nos den una hipoteca, que nos den un trabajo.  Uno es el servicio de atención al cliente propio. Deber y deuda son la misma palabra. Culpa y deuda son la misma palabra. La sociedad sigue rigiéndose a través de la culpa.

(JC): Muchas gracias por tu tiempo.

Pablo Nacach (Buenos Aires, 1969) es doctor en filosofía por la Universidad de Barcelona y licenciado en sociología por la Universidad de Buenos Aires. Escribe libros de texto de educación primaria y secundaria, imparte cursos de humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid, trabaja como editor para prestigiosas editoriales y colabora con diversos medios de comunicación como el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, las revistas Letras Libres y Revista de Libros, la Cadena Ser, RAC1 y TV3. El Centro de Investigaciones Sociológicas ha publicado su tesis doctoral A través del espejo. Individuo y sociedad en la obra de Jesús Ibáñez (2003) y la editorial Lengua de Trapo sus libros Las palabras sin las cosas. El poder de la publicidad (2004) y Fútbol. La vida en domingo (2006).

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