¿Quién controla tus datos de lectura en las bibliotecas?
Un artículo en Slate pone el foco sobre uno de los temas más importantes en lo que a la digitalización de las bibliotecas se refiere: a medida que avanzan en su transformación digital, su compromiso con la privacidad de sus lectores también tiene que aumentar.
No es la primera vez –ni la última- que señalamos la importancia de los derechos y privacidad de los lectores. Y son precisamente las bibliotecas, como garantes de lo público, del servicio a los ciudadanos, las que también tienen que saber defender esos mismos derechos para sus usuarios.
La información con la que trabajan las bibliotecas se suma a la mucha información que ya transmiten de manera casi pasiva los lectores. Una información que puede ser sensible y, a medida que las bibliotecas integran recursos tecnológicos como la propia Wi-Fi, los soportes de lectura, apps, beacons, BigData, etc., puede estar aún más expuesta.
En cuanto a los modelos basados en sistemas de gestión con terceros se corre el mismo riesgo, por lo que las alianzas con ese tipo de empresas se deberían cerrar asegurándose antes de que estas asociaciones no comprometen la información de sus usuarios y lectores a esos u otros terceros.
Como es natural, las plataformas propietarias de préstamo digital como Library Simplified -con especial atención al aspecto de la privacidad- o eLiburutegia son las que mejor garantizan los datos personales de los usuarios, dado que su modelo se basa en un control total de la plataforma, y por tanto, de los datos de sus usuarios.
No obstante, es normal que las bibliotecas también tengan alianzas con otras compañías para que colaboren en la evolución de su labor, por lo que se ven expuestas a un nivel de dependencia tecnológica que quizá antes no tenían.
Por tanto, no conviene que se olviden del factor privacidad si no quieren ver cómo, a medida que los usuarios tienen mayor conciencia de sus derechos, abandonan sus servicios por otra biblioteca más segura en lo que concierne a su privacidad.