13 noviembre 2018

Pedir ayuda a los lectores no es un modelo de negocio

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Female hands holding a tablet with online news concept, por thodonal88/Shutterstock

Que la prensa escrita no está pasando por sus mejores momentos es un hecho. Pero, a su vez, que las oportunidades que ofrecen modelos de negocio digitales están haciendo que muchos puedan superar los baches para adaptarse a las nuevas formas de consumo también es cierto.

Recientemente Andrea Daniele Signorelli, en la versión italiana de Wired, contaba como los responsables de Repubblica y de Fatto Quotidiano pedían, por su crítica situación y debido a diferentes razones, ayuda a sus lectores para enfrentarse a sus respectivas adversidades que tienen mucho en común, como su modo, quizá de visión corta, de enfrentarse a sus problemas financieros.

Esto no es un hecho nuevo, pero, como apunta Signorelli, estamos en un momento en que las ideas más innovadoras no pueden pasar precisamente tanto por pedir ayudas –o no sólo, el mismo Guardian lo hace, pero junto a una adaptación total al medio digital- como por aprovechar las nuevas oportunidades que ofrece Internet. Y estas oportunidades ya no son Google o Facebook.

Tener una comunidad fiel que responda en un momento dado es una suerte, pero también es probable que como modelo de negocio puede significar una solución cortoplacista. Los lectores cambian, las ideas se transforman, las editoriales también pueden variar según diversos intereses; por tanto, las aportaciones se pueden, en un momento dado, desvanecer.

Lo que necesita cualquier negocio de contenidos en algo en lo que sustentarse, y para ello, como señala el artículo, lo mejor es acudir a los nuevos modelos de negocio que, como hemos señalado en repetidas ocasiones, no son independientes y pueden ser perfectamente conjugables.

Las membresías, las suscripciones, el pago por lectura, los micropagos, los servicios o/y contenidos personalizados son mejores maneras de fidelizar y mostrar un espíritu de renovación y subsistencia que la de esperar que sean sólo los lectores, en este caso, los que salven a los medios editoriales de la quiebra.

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