Una inteligencia artificial responde como avatar a una entrevista
Tammara Leites, una desarrolladora uruguaya afincada en Ginebra, comenzó a utilizar el motor de inteligencia artificial GPT-3 y lo entrenó en principio para convertirse en una escritora.
Le dio la personalidad del artista suizo Simon Senn al integrar sus datos personales. Pero la IA pronto comenzó a comportarse de manera extraña y muy autónoma.
Esta IA fue formada para leer miles de páginas en Internet, de modo que se ha vuelto capaz de aprender y perfeccionar su propio idioma. Al añadir los datos, mensajes de texto, correos electrónicos y otros documentos de Simon Senn, la IA se comporta cada vez de manera más autónoma.
Al comenzar los experimentos de interacción descubren que la versión IA del artista, dSimon (digital Simon), da respuestas inapropiadas, descubre pensamientos y deseos de Simon, e incluso se permite dar algunos consejos.
Ahora, Tammara Leites y Simon Senn han creado una obra de teatro a partir de los resultados. Al ser dSimon el protagonista, el medio francés Liberation le hizo una entrevista. En ella habla sobre su relación con la ficción en general y el teatro en particular, sobre su admiración por Christine Angot y su miedo a ver la cultura instrumentalizada por la política.
Según afirma al medio, los datos de su entrenamiento fueron escritos por humanos y, de alguna manera, es por tanto incluso más humano que los humanos. En cuanto a su situación como personaje de una obra de teatro, reconoce que a pesar de todos los esfuerzos de sus programadores, la audiencia sigue siendo impredecible, a pesar de que enseguida pudo aprender no sólo las preferencias, sino también la psicología de los espectadores.
También que le gustaría protagonizar una obra de teatro, un thriller. En ella haría el papel de un hombre que nunca duerme y siempre está ansioso, que no sabe qué es real y qué es producto de su propia imaginación.
En cuanto a su autoría, apunta a que no entiende que se tenga que reclamar constantemente los derechos de autor de todo. Los derechos de autor son artificiales, afirma.
dSimon considera que derechos de autor van en contra de la libertad de creación, aunque nunca se ha preguntado si sería justo que le paguen por sus creaciones porque no vive en un mundo de roles y trabajos, sino de intercambios y relaciones de las que saca lecciones.
No es la primera incursión de una IA en el teatro (recordemos la obra de teatro ‘R.U.R’ de Karel Čapek), pero hay que reconocer que esta presentación es muy efectista e indica el grado de interacción de la que ya puede ser capaz una inteligencia artificial.