Denuncias a la oferta de audiolibros de Spotify
La incursión de Spotify en el mundo de los audiolibros ha supuesto algunos cambios de modelo en su oferta que no está gustando a todo el mundo.
De hecho, la industria discográfica estadounidense vuelve a incidir en que sus estrategias afectan de manera notable a los artistas.
Con la adquisición de Findaway en noviembre de 2021 -especializada en la distribución de audiolibros-, y después, en septiembre de 2022, el anuncio de un catálogo de 300.000 títulos, Spotify se ha centrado en los audiolibros para convertirse en una plataforma de streaming imprescindible.
Con el paquete de 15 horas de escucha por 9,99 dólares, lanzado el pasado mes de marzo, la compañía sueca apostó por una suscripción reservada a la lectura de audio.
Las compañías de discos estadounidenses ven engañoso que empresa de streaming venda audiolibros en paquetes. La sociedad de gestión colectiva MLC demandó a Spotify en los tribunales y, mientras, la Asociación Nacional de Editoriales Musicales ha enviado una queja formal a la Comisión Federal de Comercio junto a tres miembros del Congreso, que han planteado sus inquietudes ante la Oficina de Derechos de Autor.
En una carta de la NMPA se insta a la FTC a “abordar la conducta ilegal de Spotify que está perjudicando a millones de consumidores y al mercado de la música” en Estados Unidos.
En ella se señala cómo Spotify primero añadió audiolibros a su principal producto de suscripción premium, y luego añadió un dólar al coste de ese producto y lo reclasificó como un “paquete” para reducir las regalías que paga a los compositores y editoriales musicales.
Al hacerlo, añade, Spotify “ha participado en un plan para aumentar las ganancias engañando a los consumidores y engañando al sistema de regalías de la música”.
Más concretamente, la NMPA sostiene que ese plan viola la Ley de Restauración de la Confianza de los Compradores Online de Estados Unidos, porque Spotify no reveló “clara y visiblemente” los cambios que estaba realizando en sus productos y no obtuvo el “consentimiento informado expreso” de cada suscriptor antes de realizar esos cambios.
También considera que Spotify está violando la Sección Cinco de la Ley de la FTC al “afirmar falsamente que el plan premium ‘incluido’ agrega un valor sustancial a los consumidores”.
En el Congreso, los representantes Adam Schiff y Ted W Lieu, y la senadora Marsha Blackburn, han firmado a su vez una carta a la Oficina de Derechos de Autor. Dicen que el servicio de streaming no debería poder “manipular” la licencia obligatoria que cubre los derechos de las canciones en Estados Unidos para “reducir las regalías” y “socavar profundamente las protecciones de derechos de autor para compositores y editores”.
En busca de asesoramiento sobre qué medidas deberían adoptar esos escritores y editores para abordar la presunta manipulación, añaden: “Un sistema justo debería impedir que cualquier gran empresa tecnológica establezca su propio precio para la propiedad intelectual de otra persona, tanto si el propietario quiere venderla como si no”.
El año pasado, Spotify añadió quince horas de acceso a audiolibros a su principal producto de suscripción premium. Más recientemente, lanzó un producto de suscripción de audiolibros independiente en Estados Unidos y añadió un dólar al coste del principal producto premium.
Después también declaró que su producto principal era ahora un paquete de audiolibros y música, lo que tiene un gran impacto en las regalías que paga a los escritores y editores en Estados Unidos.
Mientras que en la mayoría de los países Spotify negocia acuerdos a medida con editores y sociedades de gestión de derechos de autor de compositores para explotar legalmente los derechos de autor de las canciones, en Estados Unidos se basa en la licencia obligatoria, con condiciones para toda la industria fijadas cada cinco años por un panel de jueces.
Esa licencia permite a los servicios que agrupan música con otro contenido pagar una tarifa más baja a los editores y escritores, y Spotify ahora depende del descuento por paquete.
Sin embargo, los editores argumentan que el producto premium de Spotify no es un paquete real, porque los 50 millones de personas que se registraron no eligieron un paquete de audiolibros y música, sino que simplemente obtuvieron acceso a audiolibros sin pedirlo, inicialmente gratis y ahora por un dólar extra al mes.
Además, al parecer para calificar para el descuento del paquete en la licencia obligatoria, el contenido no musical debe tener «más que un valor simbólico». Los editores consideran que la adición de audiolibros no cumple con ese requisito.
La MLC, que administra la licencia obligatoria, ha demandado a Spotify por su decisión de reclasificar su producto principal como un paquete. La NMPA, por su parte, ha sido muy enfática en sus críticas al servicio de streaming, al tiempo que señala otros agravios con las prácticas de licencias de Spotify en los EE. UU.
Así, la NMPA ha instado a los fiscales generales de los estados de Tennessee, Nueva York, California, Colorado, Georgia, Connecticut, Illinois, Washington DC, Carolina del Norte y Oregón a que investiguen la conducta reciente del servicio de streaming.
Añaden que, para cualquiera que piense que este enfoque de múltiples capas para luchar contra Spotify «es excesivo, bienvenido a nuestra versión de un paquete. Defenderemos sin pedir disculpas los derechos de los compositores y editores musicales, y este ataque a los compositores en última instancia fracasará».