La difusión del fenómeno digital ha sido tan espectacular que los viejos medios ya se han visto obligados a incorporar fórmulas participativas para superar la crisis de difusión y credibilidad en la que se encuentran sumidos.
El ser humano comunica con todo su ser, se manifiesta de forma global, se afirma en cada gesto. Cada uno de sus actos, gestos y palabras son una manifestación de quién es y de qué necesita.
La sociedad moderna se caracteriza por el desarrollo de la comunicación social y, en consecuencia, por el empuje de la información o persuasión como negocio, como poder o como entretenimiento.
Líderes de opinión señalan la fabricación de un proceso de propaganda silenciosa que amenaza el pluralismo ideológico y la creatividad innovadora,y que "se propone domesticar nuestro pensamiento, influir en los corazones y descerebrar nuestras mentes".
Mientras la Retórica clásica articulaba sus entimemas oratorios, hoy el arte de la persuasión articula en la Red sus entimemas publicitarios para «mover» pragmática y emocionalmente al destinatario.
La publicidad ilustra y evidencia hoy un claro ejemplo de perversión comunicativa ya que se vende todo el sistema, incluso sus simulaciones, suplantando el funcionamiento real y concreto de los objetos por el de sus imágenes.