Rorro Berjano – Habana Now
Al ver la obra que Rorro Berjano ha creado para su exposición valenciana (Galería Paz y Comedias
c/ Comedias, 7.2º planta) tengo la sensación de que sus cuadros son un espejo donde se reflejan las vivencias y los sucesos del barrio, de la ciudad, de su entorno cotidiano poblado de noticias y que éstas, convertidas en imágenes, se alojan progresivamente en una habitación reflejada: objetos, retratos, figuras, mensajes…, fondos de los que surgen una especie de extrañas grafías que componen una curiosa danza de luces y formas. Son “garabatos” más sensoriales que intelectuales pero que se destacaban del fondo dotándolo a la vez de espacio y personalidad propia. La mayoría de estas narraciones proceden de sus estancias en La Habana –de ahí el título de la muestra-, en donde se mezcló entre las líneas de la narración híbrida, mestiza y delirante de lo cubano, como hecho histórico, cultural y religioso. Los mensajes de esta obra, son los mensajes de la calle, de la bahía, de las casas de santeros. La acumulación de iconos de estos cuadros es la acumulación de los altares caseros.
Las figuras van creando en la obra sucesivos planos que levantan el espacio hasta que la escena central acaba por crear una sensación de tridimensionalidad en la que se reflejan las figuras, dando la sensación de profundidad, creando un artificio, una ilusión espacial, solamente rota por la introducción de objetos –objetos que son pequeños fetiches-, que al romper el plano, rompen también la superficie dura del espejo. Estos objetos proceden muchas veces del reciclado, como ocurre muchas veces con la obra de autores cubanos, que a falta de materiales, o ante la carestía de éstos, recurren a lo que tienen más a mano para crear su obra, de tal manera que el material se convierte en mensaje (para aquellos que lo puedan entender).
Este trabajo es un ejercicio de la pintura que lo sitúa justo en los límites de ésta. Es la obra de arte como palimpsesto de la sociedad, la superposición de capas o niveles como acumulación de narraciones, de mensajes, de tal manera que unos nos impiden leer otros. Es una metáfora de la sociedad de la comunicación y de la tecnología, o al menos puede ser entendida así, ya que en multitud de ocasiones la pintura –el arte en general- al ser una re-creación de la sociedad, de la realidad, también funciona como metáfora de ésta. En este sentido el trabajo de Berjano –y el de otros- responde a esta “necesidad” de supervivencia e hibridación de los géneros, a la cita, a la metáfora, a la “revisitación” de lugares comunes.
Creo que es importante analizar los mensajes de la pintura de Rorro Berjano, una pintura que, muchas veces, a fuerza de superponer capas –lecturas, realidades- actúa como verdadera pintura expandida como ya ha comentado, rompiendo los límites de la obra, también en lo material, y constituyéndose en pieza tridimensional, mezclando objetos cotidianos, convirtiéndolos en objetos de santeros y a la obra en altar; narraciones y símbolos contaminados, intencionadamente contaminados.
Texto: Juan-Ramón Barbancho