24 julio 2006

Al otro lado del mar

Para empezar, esta novela representa un cambio notable en la producción de Ethan Canin: Al otro lado del mar, su tercera novela tras Blue River y De reyes y planetas, tiene argumento, buena estructura  y posee  una prosa tan ligera  que hace no sólo que su lectura  sea muy agradable, sino que además nos sintamos identificados con muchas de sus situaciones y circunstancias.

Llena de amor y ansiedad, esta nueva novela nos descubre el ingenio, ironía y seguridad en sí mismo de este joven autor que domina la estructura de novela corta y  por ello es alabado por la crítica literaria como heredero de Raymond Carver

La narración oscila hacia adelante y hacia atrás en la vida del protagonista  y refleja las inquietudes de esta persona  reflexionando sobre su vida. La lección que aprendemos de este libro es que debemos ser consecuentes con nuestras ideas y principios pase lo que pase, tomemos la decisión que tomemos. La inextricable relación entre el ayer y el hoy, entre la vida y la muerte, concentra todo el interés del viejo protagonista August Kleinman.

A sus setenta y ocho años, viudo, con tres hijos y muy rico, Kleinman rememora su vida intentando explicarse cómo un muchacho judío que huyó de la Alemania nazi ha llegado a ser quien es. No hay una sucesión cronológica en sus recuerdos, estos surgen de forma desordenada y aleatoria, tal y como funciona la memoria, creando un efecto asombroso y casi musical de simultaneidad con el presente del anciano. Su infancia, su precipitada huida de Alemania con su madre, su adolescencia en un barrio humilde de Nueva York, el amor, el trabajo, el trato con sus hijos, el lazo con su nieto recién nacido, su incómoda relación con el dinero, el nexo cuestionado y siempre presente con el judaísmo; cada paso de su camino está ahí, pero lo que hace única su historia sucedió en una cueva de una isla del Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial. De aquella gruta, Kleinman salió con una carta que un soldado japonés había escrito a su amada y, más de medio siglo después, decide emprender el viaje siempre postergado. Ha de ir a Japón a entregar esa misiva, porque lo que sucedió en aquella cueva profunda, húmeda y oscura  es la verdadera clave de su existencia.

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