04 febrero 2007

Cinco siglos de papel

«Es un libro fantástico». Eran las contundentes palabras de la escritora Rosa Regàs en el acto de presentación de Cinco siglos en papel (Editorial Nerea),  la colección de manuscritos de Pedro Corrêa do Lago que, compuesta por más de 30 000 piezas, es una de las más importantes y originales del mundo.

Desde el siglo XII, representado por dos pergaminos con sendas rúbricas de los reyes Alfonso VII y Alfonso IX de Castilla y de León, hasta la fotografía dedicada de John Lennon en 1978, la galería de personajes y documentos que pasan por sus páginas es abrumadora: los Reyes Católicos, Rubens, Montesquieu, Casanova, Goethe, Napoleón, Bolívar, Chopin, Dostoievski, Oscar Wilde,Toulouse-Lautrec, Freud, Gandhi, Einstein, Mata-Hari, Lenin, la Pávlova, Colette, Picasso, Le Corbusier, Frida Kahlo, Neruda, Chaplin, García Lorca, Valentino, Borges, Walt Disney, Camus, Orson Welles, María Callas o Sartre, por citar sólo algunos ejemplos.

Regàs, prologuista del libro, se deshizo en elogios tanto con la obra como con su autor: «Es un magnífico libro en el que creo; un libro mágico que concita tres grandes méritos: el del coleccionista, el propio contenido del libro y el de la editorial, que ha tenido el mérito de realizar una edición excelente».

Según la escritora, «en la manera de firmar, de escribir, hay un secreto», y Corrêa do Lago proporciona, con esta recopilación, el placer de descubrir rasgos de personas relevantes a lo largo de la historia, pero también de la cultura y la sociedad en la que se enmarcan. «Es un libro extraordinario, porque es nuestra mente la que debe trabajar y discurrir. Y cuando llegamos a la última página, siempre podemos volver a empezar para descubrir algo nuevo».

El autor del libro, coleccionista y ex director de la Biblioteca Nacional de Brasil, Pedro Corrêa do Lago, se mostró profundamente emocionado por las palabras de su colega, y coincidió con ella en destacar la magia de la letra: «Se trata de la emoción estética de la letra; como si se estableciera una relación entre la persona que años o siglos atrás escribió en ese papel, y uno mismo cuando lo toca y lo lee». Su intención fue desde un principio conseguir que las imágenes del libro fueran lo más parecidas a los manuscritos auténticos, para dar la sensación de que lo que se ve y se toca es la pieza real, y agradeció a Nerea el haberlo logrado.  

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