11 enero 2008

El culto del aficionado

Durante estas últimas vacaciones de Navidad, he tenido la ocasión de leer con calma el libro de Andrew Keen “El culto del aficionado” (Editorial Doubleday, 2007). 

 

En el artículo que publicamos el pasado mes de noviembre sobre los mitos y realidades de la Web 2.0 adelantábamos que tarde o temprano aparecerían libros y supuestos expertos que harían mucho negocio criticando desmesuradamente las nuevas tecnologías y afirmando que se veía venir, que aquí había mucho humo y que lo mejor sería seguir haciendo todo como siempre. 

 

Bueno, pues ya tenemos en el mercado el  primer libro con este enfoque, que ha sido todo un éxito en el mercado anglosajón. Me imagino que a lo largo de 2008 alguna editorial lo publicará en España dado que es muy polémico y dará mucho juego a la hora de crear debates y mesas redondas sobre la supuesta decadencia de nuestra cultura debido a la irrupción de las nuevas tecnologías sociales (blogs, wikis, redes sociales, etc.).

 

Con muchas ganas de provocar, este autor reitera a lo largo de 220 páginas que las nuevas tecnologías están matando nuestra cultura debido al bajo nivel de calidad de lo publicado por la ciudadanía en Internet. El hecho de que cualquier persona pueda aportar datos, multitud de textos, vídeos o imágenes gracias a la facilidad de las nuevas tecnologías sociales Web 2.0,  genera un amplio rechazo en algunos sectores de la sociedad causado por el supuesto escaso criterio que tiene la ciudadanía para contribuir en cualquier proceso de intercambio de conocimiento.

 

Según este autor, los usuarios de la Web 2.0 “en vez de crear obra maestras, los millones de exuberantes monos están creando un bosque digital de mediocridad: comentarios políticos desinformados, pésimos vídeos caseros, música amateur, ilegibles novelas, poemas y ensayos”.  Es cierto que muchos artículos publicados en blogs y wikis contienen imprecisiones, datos erróneos o erratas, pero no debemos olvidar que también se publican cada año miles de libros, periódicos, revistas e incluso enciclopedias con mucha ideología entre líneas, multitud de imprecisiones en datos y abundantes erratas, aunque este hecho no es criticado por el autor.

 

Varias veces he señalado que existe mucho marketing alrededor de la Web 2.0, pero también  hay que reconocer que  los avances tecnológicos de los últimos años han provocado transformaciones muy positivas en la sociedad civil. Criticar por criticar los cambios que están teniendo lugar sin aportar ninguna visión, como hace este autor, es bastante fácil pero aporta bien poco al proceso de reflexión sobre el impacto de las nuevas tecnologías en las empresas o en la sociedad. Estamos viviendo un cambio de época donde la manera de transmitir el conocimiento, que tradicionalmente estaba basado casi exclusivamente en los libros de tapa dura y la prensa escrita, empieza a complementarse con otros soportes de lectura y comunicación. Afortunadamente, a lo largo de la historia el desarrollo tecnológico ha traído consigo la difusión de nuevos posicionamientos ideológicos y culturales que han transformado, como digo, la sociedad.

 

Sorprende que el autor señale que los “periodistas ciudadanos” que participan en los medios digitales aportando artículos, imágenes y vídeos están robando puestos de trabajo a los periodistas tradicionales e ingresos publicitarios al sector. Con especial obsesión, lo repite varias veces a lo largo del libro,  el autor afirma que los millones de  blogs personales existentes en la Red sólo aportan un sin fin de historias irrelevantes sobre las vidas privadas de un montón de gente vulgar o, como mucho, corriente.  Es cierto que muchos de estos blogs poseen contenido poco relevante para la mayoría de los ciudadanos, pero hay un buen número de blogs especializados que se han convertido en referencia diaria de los lectores debido a la pérdida de credibilidad de los medios de comunicación tradicionales.

 

En los últimos años, los medios de comunicación tradicionales (prensa diaria, radio y TV) están experimentando cambios fundamentales en sus modelos de negocio.  Todos estos medios  están perdiendo audiencia de forma gradual debido a factores externos como la aparición de los medios gratuitos y la consolidación de los medios digitales, así como a factores clave como la pérdida de credibilidad y los cambios en los hábitos de obtención de información y de lectura de las nuevas generaciones. 

 

Como en la vida real, en Internet hay contenidos de calidad y contenido basura. Los blogs que publican contenidos de calidad se están situando como fuentes de la opinión pública, ofreciendo un punto de vista y una opinión que en muchas ocasiones en nada se parece a lo publicado en los medios tradicionales, donde existen mayores limitaciones de expresión por los comentados conflictos de intereses y el encorsetamiento de las líneas editoriales. 

 

No obstante, Andrew Keen dedica su crítica más irónica a Wikipedia. Su argumentación se basa en la supuesta falta de controles de calidad de los contenidos y en la inexactitud de los datos publicados. Con el fin de aportar datos reales a este debate, varios investigadores de la Universidad de Harvard han llevado a cabo un estudio que tenía como objetivo identificar el número de erratas publicadas en 150 artículos sobre ciencia en Wikipedia en comparación con los mismos artículos publicados en la reputada Enciclopedia Británica. Sorprendentemente, el número de errores en Wikipedia alcanzaba los 162, mientras que en la Enciclopedia Británica se detectaron 123 errores (una media de 3,9 y 2,9 errores por artículo, respectivamente).  

 

Dispuesto a no dejar títere con cabeza en la Web 2.0, el autor opina también que las redes sociales como MySpace, Facebook y Menéame son meros espejos del ego de personas que aportan poco o nada a la sociedad de la información. En lugar de cuestionar constantemente las imprecisiones de los nuevos medios digitales,  el autor debería reflexionar un poco sobre los beneficios derivados de estas herramientas de comunicación. El autor no tiene en cuenta que estas redes sociales están modificando radicalmente el modo en que las personas se comunican e interactúan con otras personas.

 

Las nuevas tecnologías han acrecentado la creación de múltiples redes sociales con los mismos gustos, aficiones, tendencias u opiniones. A través de las conversaciones en estas redes, las personas se recomiendan productos y servicios, critican aquellos aspectos que no les gustan, establecen comparativas sobre las ventajas de unos productos frente a otros, etc. 

 

Con todas sus imperfecciones, estas nuevas plataformas nos ofrecen la posibilidad de enseñar a nuestros jóvenes la complejidad de la  elaboración de contenidos, los diferentes puntos de vista que puede tener una historia,  la importancia de contrastar las fuentes, etc. Son excelentes herramientas para aprender e intercambiar conocimiento con otros lectores y contrarrestar el pensamiento dominante publicado en muchos libros editados en tapa dura.

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