Libros y música
Son muchas, afortunadamente, las conexiones entre dos de las más bellas entre las Bellas Artes: la literatura y la música. Hoy, que se celebra el día del Libro, y que muy bien te verás obligado a regalar uno, o comprarlo para ti, ahí va una breve selección desde este rincón dedicado a la Música de Comunicación Cultural. Hay muchos más, que podrás encontrar en la sección de reseñas de libros de Dosdoce.com:
Poética musical, de Igor Stravinsky (Acantilado, 2006). El gran compositor ruso Igor Stravinsky (1882-1971) aborda en estas seis lecciones, dictadas en la Universidad de Harvard a finales de los años treinta, una reflexión profunda sobre el fenómeno musical. Habla del orden y la disciplina, como característica propia de lo musical: “El arte es constructivo por esencia. La revolución implica una ruptura de equilibrio. Quien dice revolución dice caos provisional. Y el arte es lo contrario del caos”. Habla del fenómeno musical como especulación sobre el sonido y el tiempo, del estilo, de la biografía de la música. Y por último, de los problemas que genera la propia interpretación musical. Poética musical permite dos lecturas: una más superficial, de un tirón, porque el libro tiene pocas páginas y está muy bien escrito, y otra mucha más reflexiva, donde podemos detenernos en esos momentos del texto donde el compositor es capaz de concentrar en una frase las tesis fundamentales de sus conferencias. Sin erudiciones innecesarias, con una sencillez que llega a asombrar. La edición de Acantilado se completa con una introducción del escritor y premio Nobel de Literatura de 1963, Iorgos Seferis, fechada en mayo de 1969. (Reseña en Dosdoce.com)
El canto de las sirenas, de Eugenio Trías (Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2007). Uno de los grandes acontecimientos editoriales del año, en lo que se refiere a libros que hablan sobre música. En él, el filósofo EugenioTrías urde una “trama de reflexiones” sobre los grandes compositores de la música culta occidental, desde Claudio Monteverde hasta Iannis Xenakis. El propio autor reconoce en sus páginas que faltan algunos, pero que por razones de espacio ha decidido posponerlos para otra ocasión. No en vano el volumen editado sobrepasa las mil páginas. Así que a lo mejor este ensayo de ensayos verá una segunda parte donde encontraríamos a los Verdi, Liszt o Shostakóvich que no aparecen en éste.
La música como forma de conocimiento, como materia de reflexión para iluminar los rincones desconocidos del hombre. “La música —ya desde sus orígenes— ejerce una forma civilizadora, como lo testimonia el relato de Orfeo y su descenso a los infiernos”. Esta es la tesis fundamental, el hilo conductor que une cada reflexión a lo largo del libro, precisamente a partir de la figura de Monteverdi y su Orfeo, que abriría el camino a una nueva forma musical: la ópera. Por esta razón puede leerse en el orden que aparecen en el libro o bien fragmentariamente, ya que cada capítulo está dedicado a un compositor en particular, a una visión distinta de la música y, por ende, como nos recuerda Trías, del hombre.
Historia de la Música para niños, de Monika y Hans-Günter Heumann (Siruela, 2007). Traducido por el crítico español Luis Gago y con ilustraciones de Andreas Schürmann, este vibrante libro de Siruela es una entretenida historia de la música para niños. Utiliza la estructura de un cuento, donde sus protagonistas, Clara y Federico, viajan mágicamente por el tiempo para encontrarse con la música y sus protagonistas. Abarca desde la prehistoria hasta la música del siglo XX. Cada periodo por el que viajan está sintetizado en cuadros sinópticos, divertidas anécdotas de los músicos, y juegos de preguntas y respuestas, que lo convierten en un libro óptimo para ser utilizado también en el aula. El tamaño de la letra lo hace óptimo para niños a partir de los 8-10 años.
Miles Davis. La biografía definitiva, de Ian Carr (Rba bolsillo, 2007). “Fui a dar con una trompeta, estudié y toqué”. Así se abre esta extensa y completa biografía, casi un remedo del romano “vini, vidi, vinci”, que evoca la trascendencia de vidas como la de Miles Davis a través de una formulación escueta y desprovista de adjetivos. Aunque en este tipo de vidas el adjetivo es el propio verbo; la propia acción del personaje, lo que la inspiró e impulsó hasta ser visto con el paso de los años como el gran renovador del jazz moderno. El trompetista escocés Ian Carr abordó la empresa de contar la vida de Davis a principios de los ochenta a través de los testimonios del propio protagonista y de un amplio abanico de quienes rodearon y fueron testigos de sus actuaciones y del característico sonido de su trompeta. La edición que viene hasta nosotros fue revisada con posterioridad por el autor tras la muerte del músico. Está escrita cronológicamente y en su lectura se advierte las lógicas controversias que aportaban artistas de la talla de Davis; siempre en continua evolución, en la búsqueda de un nuevo concepto y un nuevo sonido. Les ha ocurrido a todos. Y en esa manía tan contemporánea por clasificar lo inclasificable se pretendían encasillar las notas que emitía la trompeta de Miles: que si es be-bop, que si no, que no es jazz, o sí… Hoy casi nadie discute su influencia en una visión caledoscópica del ramillete de sonidos que emergieron tras la década de los sesenta en lo que se vino a llamar música moderna. “Yo no relleno formularios”, le espetó a la recepcionista de aquel hospital días antes de morir. Renunció a las etiquetas hasta el día de su muerte. Hoy descansa en el cementerio del Bronx neoyorquino, muy cerca de Duke Ellington y de una de sus inseparables trompetas.
Feliz día del Libro.
Texto: Felipe Santos