Impresoras 3D en las bibliotecas
Si convenimos en que cada vez más las bibliotecas se están transformando en un centro de acción y servicios más allá de proveer de contenidos a los usuarios, el auge que está tendiendo la tecnología de la impresión 3D tiene perfecto lugar en estos espacios de conocimiento.
En un extenso artículo sobre la impresión 3D como servicio en las bibliotecas (sobre todo académicas) se dan algunas claves de su implantación y uso para diferentes disciplinas.
La Universidad de Nevada (Reno) fue una de las pioneras en ofertar la posibilidad de que sus usuarios imprimieran archivos en 3D ya en 2012. El New Media Consortium a través de su famoso ‘Informe Horizon‘ y la EDUCAUSE Learning Initiative han señalado en varias ocasiones la impresión en 3D como un avance importante en la tecnología educativa.
Es interesante leer en el citado artículo en proceso mediante el cual se convino implantar esta tecnología, como profesores y alumnos de todos los departamentos fueron preguntados para saber si existiría una verdadera utilidad o demanda antes de lanzarse a desarrollar un proyecto definitivo.
Los miembros de la facultad de química enseguida tuvieron claro su uso para imprimir objetos digitales tangibles. Después, de las matemáticas a las humanidades y las artes, los departamentos también vieron su viabilidad: de lo más abstracto a lo más real, el 3D ofrecía a cada uno de ellos una reproducción ideal para sus respectivas disciplinas.
Del prototipo al equipo final, el resto es una historia de pruebas y presupuestos para hacer realidad un proyecto escalable que ha superado las paredes de la biblioteca para alcanzar a todo el campus universitario.
Según sus conclusiones, la impresión en 3D ha resultado ser un recurso natural similar a otros recursos de visualización para el aprendizaje y el conocimiento: en definitiva “los beneficios potenciales superan con creces las inversiones”.