27 julio 2006

Auschwitz: Los nazis y la «solución final»

No cabe duda de que existe una amplísima bibliografía sobre el nazismo y la "solución final";  por tanto, ¿a  quién puede interesar a estas alturas otro libro sobre Auschwitz? Cierto es que disponemos de una amplia bibliografía sobre el sufrimiento de las víctimas del holocausto, pero por primera vez  este libro nos permite adentrarnos en el punto de vista del aparato ejecutor para brindarnos una visión de conjunto muy relevante. El autor pretende aportar una visión antropológica del comportamiento y la mentalidad de los nazis. El terror siempre se basa en una ideología y por tanto es muy interesante estudiar los procesos de construcción de la misma (su narrativa, su argumentación, sus procesos de decisión) para conocer el comportamiento de una sociedad.  Algunos pueden pensar que intentar comprender puede implicar intentar perdonar. Puedo asegurar tras la lectura de este libro que no es el caso de este autor.  Cuando entiendes que hacían lo que hacían porque pensaban que estaban haciendo lo correcto, que no eran dementes o personas forzadas a cometer estos crímenes, entonces refuerzas aún más tus ideas de que son culpables de sus actos. 

Leyendo este libro te encuentras  con una realidad y unos descubrimientos difíciles de aceptar. Cuando la mayor parte de una sociedad cambia de valores y acepta que lo que hace no está mal (por ejemplo, admitir el antisemitismo) entonces cree que es ético lo que está haciendo. No fue un crimen ideado  por una sola persona,  fue cometido por cientos de miles de personas absolutamente normales y corrientes. Este libro nos recuerda que el terror puede ser cometido, aceptado y/o apoyado por buenos padres de familia.  Gracias a las historias personales que aquí se describen  podemos entrar en la vida cotidiana y en la mentalidad de las SS, máximos responsables  de estos campos de exterminio.  Laurence Rees, que lleva quince años investigando el nazismo, no sólo ha utilizado la documentación aparecida en estos últimos años, sino que se ha valido de más de un centenar de entrevistas a supervivientes del campo y a sus verdugos nazis, que por primera vez hablan de sus experiencias, ahora que no arriesgan nada por dejar testimonio de lo que han vivido.

Este libro analiza el comportamiento del pelotón nazi de ejecución como sujetos activos y pasivos de estos crímenes. No eran personas forzadas a cometer las ejecuciones, más bien creían que estaban haciendo lo correcto.  Inicialmente, entre los historiadores existía la falsa creencia de que se habían construido estas fábricas de  muerte para matar a un gran número de personas a la vez. Pero tras el  análisis de este libro descubrimos que los verdugos  nazis  tenían problemas emocionales al matar directamente a tiros  a mujeres y niños. Por este motivo se crearon estas fábricas, para no verlos y distanciarse emocionalmente de sus crímenes.  Se pensó en mejorar las maneras de matar por el bien de los ejecutores, nunca por el bien de las víctimas. Con la ayuda de cien prisioneros, sólo cuatro nazis eran capaces de matar más de dos mil personas al día. Ante este tipo de situaciones, las víctimas no pueden hacer nada; se comportan como animales sumisos en el matadero; la razón no puede actuar porque es el mundo de la muerte. Por ello, es importante analizar el comportamiento de los ejecutores y de la sociedad con el fin de recuperar la dignidad de las victimas.

De los más de siete mil nazis que trabajaron en Auschwitz,  no hay ni un sólo caso registrado  de manifestación de  problemas éticos y/o morales por lo que estuvieran haciendo.  Este distanciamiento a la hora de ejecutar a un millón cien mil seres humanos, incluidos más de doscientos mil niños, brindó a los verdugos nazis un sinfín de excusas al argumentar que ellos  nada tenían que ver con estos crímenes. Cerca del ochenta y cinco por ciento de los miembros de las SS que trabajaron en el campo y sobrevivieron a la guerra han quedado impunes, y  ni se arrepienten ni creen necesario excusarse con la obediencia a las órdenes recibidas, lo  que  no parece escandalizar hoy a sus conciudadanos.

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