27 julio 2006

El camaleón

Encontrarte con una buena novela negra que te atrape y te mantenga en suspense de principio a fin,  que además tenga un buen desenlace y, sobre todo, que esté bien escrita, supone un verdadero placer para cualquier lector amante del género.  Nos estamos refiriendo  a El camaleón,  del autor inglés Peter Robinson (1950), quien tras haber hecho protagonista al inspector Alan Banks de doce novelas se ha convertido en un verdadero maestro de la novela negra.

El inspector Banks es el encargado de dirigir la investigación y búsqueda de un asesino en serie, al que denominan El Camaleón, autor de los secuestros de cinco mujeres jóvenes que responden a un determinado aspecto físico.  Cuando Banks es reclamado en un domicilio donde se ha registrado un caso de violencia doméstica se descubre, al parecer, la identidad de El Camaleón rodeado de un horror sin límites.

Nos encontramos ante una novela muy bien estructurada, clara y bien escrita, donde se prescinde de recursos innecesarios tan frecuentes, desgraciadamente,  en este tipo de literatura. Robinson presenta a todos sus personajes concienzudamente,  realizando de todos ellos una estupenda radiografía que ayuda a entender sus sentimientos  mediante la descripción de sus sensaciones.  Los personajes secundarios, abundantes y esclarecedores,  colaboran en la elaboración de una inmensa tela de araña que interrelaciona  todo y a todos entre sí, sin que se pierda un detalle y haciendo posible que toda la información quede registrada en nuestra memoria desde un primer momento, sin la necesidad del tan incómodo recurrir a releer lo leído cuando las cosas no cuadran.

Un libro que engancha desde la primera página y que no pierde interés hasta la última, con la peculiaridad de parecer que en la primera parte de la novela ha ocurrido todo y no hay mucho más que resolver. Pero en absoluto es así. Robinson va dosificando los datos a lo largo del relato logrando un ritmo narrativo sorprendente, consiguiendo que no podamos despegar el libro de nuestras manos. Realmente recomendable; eso sí, si uno está dispuesto a que le roben alguna hora que otra de sueño…

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