27 julio 2006

La edad de los protagonistas

Es curioso comprobar hasta qué punto pueden influir la estructura de una novela y su elaboración ortográfica en su lectura y, sobre todo, en la propia figura del lector y en sus puntos de vista. Nos encontramos ante una obra donde llama la atención la ausencia de los puntos y aparte y donde no existe diferenciación escrita entre los pasajes narrativos y los diálogos que van apareciendo. No hay cursivas, guiones o entrecomillados. Cierto es que al principio abruma un poco tal aluvión de información sin clasificar, por decirlo de algún modo, sobre todo porque te obliga a cambiar el ritmo de lectura y a releer para no perderte nada. Pero cuando llegas a la conclusión de que se trata de un recurso de estilo para mantenerte inmerso en la acción y obligado a desconectarte por completo de todo lo que no sea la novela, todo se explica.

Gabriel Ramírez Lozano consigue en La edad de los protagonistas mantenernos permanentemente en situación y, lo que es más difícil, meternos bajo la piel de cada uno de los personajes. Transcurre la acción en la España de la postguerra, donde independiente del bando que se fuera o de la tendencia política que alguien creyera tener, la sensación de soledad, de desamparo, de pobreza económica y espiritual eran inherentes a la casi totalidad de la sociedad española de la época. Y sobre todo, algo que incluso hoy en día, y a pesar de vivir en la sociedad de la información, nos seguimos preguntando sobre aquellos años: qué fue verdad y qué mentira. Si visto desde fuera y desde lejos aún surge la pregunta, imaginemos lo que sería desde dentro y en vivo dar respuesta a una serie de actos y situaciones que por entonces tenían lugar, como los encarcelamientos masivos, las palizas y ejecuciones, el hambre, los exiliados políticos, la amenaza que cada día perseguía a los que no comulgaban con el régimen, ese primo, padre o amigo que desaparecía como tragado por la tierra y que, en la mayoría de los casos, precisamente allí se encontraba…

La edad de los protagonistas está dividida en tres bloques: el primero, Cosas que pasan, constituye una reconstrucción en forma de novela negra de parte del día a día del protagonista de la novela, Pepe Tocornal, un policía con fama de violento que se hace demasiadas preguntas sobre lo que está bien y lo que está mal, sobre la verdad y la mentira, demasiadas cuestiones para un policía que sirve al régimen. Junto a él, Corazón de María, religiosa del convento de Buenafuente, una mujer enigmática de oscuro pasado, por la que el policía siente una extraña obsesión. Con ellos, la mujer del bar, cuya extrema soledad permite que de la noche a la mañana le cambien la vida. Una serie de personajes secundarios, que no menos importantes, hacen que surja la trama de sus propias relaciones entre sí. El segundo bloque, Diarios, lo forman una serie de páginas a modo de diario del protagonista, en las que rebusca en su fondo más profundo y donde desintegra cualquier brizna de esperanza. El tercer bloque, El desenlace, es, literalmente, el camino al patíbulo, la pérdida del amor, de la ilusión, de los principios, de los valores, de la propia identidad del ser humano.

Un relato duro, descarnado, atrevido y directo, donde queda retratada una parte significativa de aquellos días tan duros que a España le tocó vivir.

Gabriel Ramírez Lozano (Toledo, 1964) es Profesor de la Escuela de Letras de Madrid y Responsable del área de Creación Literaria del Liceo Europeo. La edad de los protagonistas es su primera novela.

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