21 noviembre 2007

El unicornio azul

Conozco como espectadora desde hace tiempo a Alejandro J. Oviedo, escritor de El Unicornio Azul  (Edit. Hiria), en su faceta de periodista  (hoy en día responsable del periódico Metro y colaborador en varios medios como el periódico Pérgola de Bilbao, entre otros), y también lo conocía en su faceta de editor como responsable de publicaciones en castellano de la editorial Elea,  pero sobre todo conozco de él su vocación por las letras que han hecho que en los últimos tiempos Alejandro esté metido en un proyecto que busca concentrar en un solo entorno a la totalidad de escritores y creadores que hay en Euskadi. Una iniciativa a la que ha bautizado como Asociación de Escritores Vascos y en la que, de momento, existe un blog donde todos estos autores, y no sólo autores,  pueden compartir sus inquietudes.

Digo que conocía a Alejandro J. Oviedo en todas estas facetas y no en su faceta de escritor. Hasta el otro día en el que cayó en mis manos su única novela publicada en castellano (tiene otra publicada exclusivamente en euskera). El libro al que me refiero se titula El Unicornio Azul  (Edit. Hiria) y es una novela entre policiaca, de suspense y de aventuras, ambientada en Bilbao a finales de los años noventa, donde se busca un misterioso libro y sus secretos. Una obra en la que muchos, al leerla, encontrarán similitudes con el famoso best seller El Código da Vinci, aunque hay que apuntar que El Unicornio Azul está escrita antes que la obra de Dan Brown.  Redactada en un estilo casi cinematográfico, el texto se vuelve trepidante y misterioso gracias a su excelente hilo argumental y a la propia acción del libro y sus personajes, donde se mezclan  desde un guardia civil de Intxaurrondo implicado en la trama Gal hasta un anticuado sicario, un responsable de la embajada israelí en España e incluso un alto cargo del Ayuntamiento de Bilbao, entre otros.  La trama, además de ser muy sugestiva, ofrece también como protagonista a la propia ciudad de Bilbao, donde sus calles, edificios, locales y sus alrededores se convierten en un personaje más.

Texto: Beatriz Henao

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