Ana Moura
Ana Moura llegó a Madrid, y triunfó. Y lo hizo a pesar de la escasa promoción y de la incomprensible distancia que parece nos separara de un país tan cercano, tan amigo, tan interesante y apasionante como es Portugal.
En el concierto de ayer, celebrado en el Teatro Caser Calderón, uno se encontraba, aunque nos sorprendió la numerosa asistencia, casi en familia, rodeado de compatriotas de la artista y de aquellos como nosotros que nos sentimos, cada uno en su territorio, “descubridores” de la cantante, cuando en realidad nos encontramos ante alguien capaz de llenar los teatros más importantes del mundo, como ya ha ocurrido con el Town Hall o el Carnegie Hall de Nueva York, y que tiene en su haber dos discos de platino, el premio Amalia a la mejor intérprete 2007 y el Globo de Oro a la Mejor Artista en 2010.
Ana Moura tiene una voz profunda, inconfundible, poderosa, cálida, grave pero amplia en registro, con ese vibrato de los buenos fadistas y para ella tan natural e íntimo mientras exhala sus finales de frase. Expresiva, dice las cosas como ninguna otra cantante de su género, con sentimiento, con personalidad, sin amilanarse, a pesar de esa timidez suya tan marcada y que le hace ser excesivamente comedida en el escenario, quizá su único punto débil. Algo que no se ve en las grabaciones, pero que debería superar y trabajar para sus apariciones en público. Aunque con esa voz todo es perdonable.
Ana Moura (Santarém, 1979) empezó desde el germen del fado, cantando en locales de Portugal este género tan único y tan difícil. Pero aunque el fado fuera su inspiración no ha querido quedarse ahí, y lo ha mezclado, siempre desde el más profundo respeto hacia sus orígenes, con otras pasiones suyas como son el jazz y el blues, tan apropiados para esa preciosa voz suya. Y nos ha hecho ver que estos tres géneros tienen más en común de lo que parece y que todos hablan el mismo idioma. Y para convencernos de ello su último álbum, “Desfado”, donde desmonta el fado y lo remezcla con otros estilos, donde nada es lo que parece, donde, como dijo ayer, “se confunde la alegría con la tristeza”. Producido por Larry Klein, músico, escritor y productor de jazz, la relación profesional ha servido además para que nos regalen A Case Of You, obra de una de las cantantes favoritas de Moura, Joni Mitchell, cuya versión y autoría no superan la increíble interpretación de la portuguesa.
Un buen concierto, en definitiva, el de Ana Moura ayer en Madrid, una auténtica “mezzo” del fado, como estupendos también sus cinco músicos, destacando un virtuoso y evocador Ángelo Freire a la guitarra portuguesa. Un verdadero lujo, además, haber podido disfrutar del espléndido directo de esta fadista que aún tiene mucho que decir y dará mucho que hablar. Esperamos también que la próxima vez que termine su actuación con un cariñoso “Obrigada, Madrid” no sea en un teatro que está pidiendo a gritos una restauración…