29 octubre 2019

El reto de transformar los libros de domino público en audiolibros

Imagen de Daniel Friesenecker en Pixabay

Mucho antes de este repunte de los audiolibros, a raíz del auge de los Smartphones, incluso antes, con soportes como el iPod Touch, ya existían apps que brindaban audiolibros, muchas de ellas gratuitas.

Estas aplicaciones ofrecían –y ofrecen, porque muchas siguen existiendo-, en la mayoría de las veces, audiolibros de libros libres de derechos, obras de dominio público. La voz de estos libros, el trabajo de editarlos y subirlos, es responsabilidad y fruto de voluntarios.

Amelia Chesley, en un extenso trabajo documental para Digital Humanities, habla del laborioso y costoso proceso de producción de este tipo de audiolibros a partir del caso de LivriVox y el trabajo colaborativo para sacar gratuitamente textos de dominio público en Estados Unidos.

El trabajo de encontrar, seleccionar y preparar textos para ser digitalizados y publicados en formato audio es complejo y lento; una labor, señala Chesley, no siempre visible, y ni valorada o recompensada.

Hacer visibles las experiencias únicas de la comunidad de crowdsourcing de los voluntarios de LibriVox y sus herramientas se suma a las discusiones aún vigentes sobre cómo valorar el trabajo “extrainstitucional”, público y abiertamente distribuido de las humanidades digitales.

En el caso de LibriVox, las producciones  suelen ser colaborativas, con varios lectores que graban diferentes secciones pequeñas de un texto (llega a haber hasta 5 ó 6 versiones de un mismo cuento o relato). Todos los idiomas, acentos y estilos de lectura son bienvenidos, y cualquier persona dispuesta a proponer, administrar y completar un proyecto de audiolibro es alentado a contribuir con su trabajo.

Los voluntarios operan de manera independiente, sin patrocinio institucional y sin mucha dirección o gestión oficial. Sin embargo, existe la necesidad de coherencia y cierto grado de política compartida para coordinar las contribuciones de miles de voluntarios diferentes. Aquí reside el valor de un trabajo que no tiene apoyo ni medios de una organización institucional.

LibriVox siempre ha empleado un modelo de producción totalmente voluntario, y sus procesos y resultados son mucho más abiertos que otras plataformas similares, tipo Proyecto Gutenberg. Cualquier voluntario puede unirse al proyecto, independientemente de su experiencia o antecedentes lingüísticos, y cualquier oyente conectado a Internet puede acceder y usar los audiolibros que los voluntarios producen de la manera que le plazca.

Son 5 los  principios fundamentales que enmarcan la misión y las prácticas del proyecto: ser no comercial (sin fines de lucro y sin publicidad), donar las grabaciones al dominio público, ser llevado por voluntarios, mantener una estructura abierta, y abiertos también a voluntarios de todo el mundo y en todos los idiomas (a día de hoy cuentan con más de 12.500 audiolibros, leídos en más de 90 idiomas diferentes).

Aunque los voluntarios de LibriVox, en su mayor parte, no actúan como académicos, ni como profesionales o expertos remunerados, su trabajo cuenta como preservación digital, como trabajo de humanidades y como un servicio público muy generoso.

Los voluntarios de LibriVox comparten y gestionan su trabajo de grabación y edición de manera desprendida, flexible y, a veces, idiosincrásica. Adoptan y adaptan diversas aplicaciones, plataformas, hardware, software y formatos de archivos multimodales según sea necesario, solicitando ayuda y ofreciendo tutoriales y consejos en los foros de LibriVox. No habrá dos voluntarios que tengan el mismo espacio de grabación o entorno, ni seguirán exactamente los mismos procesos o flujos de trabajo.

Todas las grabaciones de LibriVox comienzan con un descargo de responsabilidad introductorio e invitación a los oyentes: “Esta es una grabación de LibriVox. Todas las grabaciones de LibriVox son de dominio público. Para obtener más información o para ser voluntario, visite librivox.org”.

Ante la variedad de experiencia de los voluntarios, la actitud general de LibriVox es de comprensión, tolerancia y paciencia. En general, los voluntarios han respondido a la flexibilidad abierta del proyecto con una impresionante cantidad de horas de voluntariado.

A medida que las personas aprenden y se incorporan al proyecto LibriVox, asumen roles como administradores de tecnología, líderes de equipo, maestros o mentores. Esfuerzos combinados que ayudan a que el proyecto se expanda y continúe “diseñándose” en marcha.

Reconocer el trabajo de digitalización de tales proyectos de humanidades digitales, especialmente en espacios fuera de las instituciones, es importante en el contexto de nuestro mundo cada vez más descentralizado.

Como señala Amelia Chesley , “invitar e involucrar a más personas en los procesos de preservación de la cultura humana significará que se preservarán y salvaguardarán más tipos de culturas, y más perspectivas sobre tales culturas”.

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